
Hace poco más de un año, el fenómeno de la DANA dejaba en Valencia grandes acumulaciones de lodo en espacios residenciales, garajes y vías públicas. Este material, compuesto por sedimentos arrastrados por la riada, restos orgánicos y trazas de metales pesados, planteó un desafío de gestión más allá de la simple retirada, pues su manipulación requiere soluciones técnicas específicas.
Ante esta situación, varios equipos del CSIC pusieron en marcha una línea de investigación orientada a estudiar si parte de ese lodo podía transformarse en un material estable con aplicaciones urbanas.
Un proceso de trabajo dividido en etapas
El primer avance consistió en facilitar la retirada del barro en las zonas inundadas. Para ello se desarrollaron materiales espesantes capaces de absorber agua y aumentar la viscosidad del lodo, permitiendo su manejo mediante maquinaria convencional. Esta etapa no genera productos constructivos, pero sí convierte el residuo en un compuesto más tratable.
A continuación, el estudio se centró en caracterizar el lodo y en estudiar técnicas de estabilización y solidificación. Se analizaron posibles contaminantes, se evaluó la presencia de metales pesados y se diseñaron procedimientos para transformar el barro en un material inerte. Estas metodologías continúan en fase de ajuste y no cuentan todavía con certificación para un uso en obra.
Primeros prototipos fabricados
A partir del material estabilizado, los equipos del CSIC elaboraron prototipos a pequeña escala: con unos 4.000 kilos de lodo se produjeron adoquines, bancos y jardineras que suman, aproximadamente, 60 metros cuadrados de piezas. Estos elementos permiten comparar densidades, resistencias y características básicas frente a materiales convencionales.
Sin embargo, el proceso plantea preguntas pendientes, como los costes que tendría una producción sostenida, su impacto en la incorporación en obras públicas, o el comportamiento real de las piezas en condiciones de humedad, carga y desgaste.
En principio, los equipos que están llevando a cabo este estudio consideran que es prometedor, pero necesitan muchas etapas antes de contemplar una aplicación práctica.
Implicaciones para la arquitectura y la gestión urbana
Desde el ámbito arquitectónico y urbanístico, estos prototipos muestran un material cuya composición está directamente vinculada a un evento climático extremo. Esta procedencia abre líneas de reflexión sobre cómo integrar en el diseño elementos derivados de situaciones de emergencia.
Además, el proyecto introduce un enfoque posible para la gestión de residuos generados por inundaciones. El interés por la economía circular comienza a trasladarse a escenarios donde los residuos extremos podrían tener un uso posterior, siempre que existan garantías técnicas y normativas.
A día de hoy, la investigación no soluciona la gestión integral del lodo ni propone su implantación inmediata en el espacio público. Sin embargo, señala un marco de trabajo en el que ciencia, diseño y administración pueden colaborar para explorar nuevos materiales vinculados a la adaptación climática.


